Hushed Shatter
Hushed Shatter delves into the quiet, often unnoticed disintegration of a heart breaking over time. Unlike the dramatic, outward expressions of heartbreak, this pain creeps in slowly—piece by piece, until it completely engulfs the individual.
At its core, a trash bag shaped like a human heart symbolizes how sorrow accumulates like discarded remnants, building silently until it suffocates all traces of joy, identity, and emotion. The translucent layers of the bag highlight the fragility of this experience, easily overlooked by those around us. Faintly visible veins beneath the surface represent the lingering connections and feelings that once brought life but now drown beneath the weight of neglect.
This piece invites viewers to contemplate the invisible pain many carry without ever being seen or heard. It challenges the notion that heartbreak must be loud to be real and serves as a poignant reminder that the deepest wounds are often the quietest, going unnoticed even by those who bear them.
Not every heart breaks loudly—some break in silence, piece by piece.
Esta pieza explora la desintegración silenciosa, a menudo inadvertida, de un corazón que se rompe con el paso del tiempo.
A diferencia de las expresiones dramáticas y externas del desamor, este tipo de dolor se arrastra, pedazo a pedazo, hasta que envuelve por completo al individuo. Representado por una bolsa de basura con forma de corazón humano, simboliza cómo este dolor se acumula lentamente, como los residuos, de forma inadvertida hasta que sofoca todo sentido de alegría, identidad y emoción.
La parte translúcida de la bolsa de basura refleja la fragilidad de esta experiencia, la facilidad con que puede ser ignorada. Las venas, apenas visibles a través de las capas, significan los restos de sentimientos y conexiones que una vez dieron vida y vitalidad, pero que ahora se ahogan bajo el peso de un sentimiento de negligencia.
Esta obra de arte invita al espectador a reflexionar sobre el dolor silencioso que muchos llevan dentro, sin ser vistos ni escuchados, desafiando la noción de que el desamor debe ser ruidoso para ser real.
Es un recordatorio de que las heridas más profundas suelen ser las que pasan desapercibidas, incluso para quienes las sufren.
No todos los corazones se rompen a gritos, algunos se rompen silenciosamente.
Pedazo a pedazo.